miércoles, 27 de mayo de 2009

Un viaje por los cementerios de Medellín

Queridos visitantes, bienvenidos a una nueva forma de percibir los cementerios.
Daremos un viaje por algunos de los cementerios de Medellín que hacen parte de la historia de la ciudad, en ellos se pueden ver reflejados las diferentes costumbres de un ritual tan antiguo como la vida y tan eterno como la muerte.
El propósito del blog es mostrar de una forma diferente, y por medio de los sentidos; las experiencias vividas a lo largo de este trabajo.
Una de las formas más idóneas de dar a entender historias es narrándolas y no explicándolas, porque así se le da un toque más humano.
El tema de los cementerios además, de ser un tema complejo, deja percibir la forma de la ciudad en cuanto al aspecto socioeconómico. En una ciudad como Medellín, estos espacios son poco comunes, ya que no hay una entidad que se preocupe de divulgarlos. Es entonces necesario darles un espacio a estos pocos e importantes lugares, para fomentar su crecimiento y fortalecer su labor.

martes, 26 de mayo de 2009

Museo Cementerio de San Pedro

Una necropólis dentro de la metrópolis

Un pasaje lleno de flores y lápidas por vender, dan la bienvenida a los nuevos difuntos que llegan a ser parte de esta ciudad, una ciudad donde el estilo de vida es la eternidad y donde los que aún viven llenan de historia y le dan significado a este lugar.

No es en vano que esta necrópolis esté ubicada en el centro de Medellín, los negocios empiezan desde afuera, los vendedores ofrecen sus productos y le dan paso al Museo Cementerio de San Pedro.

Como en cualquier zona fronteriza los dos estilos de vida se ven encontrados, en este caso el ruido y el silencio, la angustia y la tranquilidad, el paso del tiempo y la eternidad, en fin; la vida y la muerte. En la entrada hay un peaje, un peaje que conduce inicialmente al mejor barrio de esta ciudad, donde lo más ostentoso es lo más importante. Majestuosas estatuas vislumbran una sociedad que murió en la riqueza. Este barrio, que ahora es un museo, cerró sus puertas para quien desee descansar, sin embargo, hay otra opción; los barrios aledaños ofrecen a los ciudadanos la estadía para quienes quieran reposar allí y puedan pagar los impuestos.

Todo esto muestra las diferencias de clases sociales, el contraste entre la riqueza y la pobreza; los adinerados poseen los más bellos parques, además, tienen la fortuna de estar descansando al lado de la majestuosa Capilla, los menos favorecidos están aglomerados en grandes muros limitados a pequeños espacios; a pesar de esto, no dejan a un lado la festividad y mediante flores, calcomanías, fotos y cartas adornan las casas de las zonas no turísticas de la “ciudad”.


El ritmo de vida de esta sociedad es muy activo, un desfile de personas se pasea constantemente entre las calles, es común que se derramen lágrimas por el triste recuerdo del que ya no está, el dolor se convierte en desespero e impotencia que llevan a inexplicables actitudes por la inesperada partida del ser querido. Como toda ciudad, tiene sus leyes, su calma y tranquilidad se refleja en el verde intenso de sus pinos que contrasta con el insípido gris de la selva de cemento. La frescura entre sus jardines se ve interrumpida por personas violentas que no cumplen con las leyes estipuladas en la ciudad, para esto la fuerza pública se encarga de llamarle la atención y no dejar que nada perturbe la paz del cementerio.




Esta ciudad le da la oportunidad tanto a vivos como a muertos, de encontrar su lugar en el mundo. Hay quienes viven de las decoraciones, otros viven del recuerdo, y hay quienes viven en el silencio de la eternidad.


Cementerio de San Lorenzo

Los muertos se fueron de paseo.

Sensaciones indescriptibles se sienten al llegar a un lugar donde su infraestructura ya no es propiamente la de un cementerio, ahora sólo quedan barricas de cemento que algún día fueron las pijamas de los muertos, bloques de ladrillos postrados en lo rincones de este lugar esperando para volver a ser reconstruido.

Los muertos y sus cenizas se marcharon, pero las historias aún siguen; se fueron de paseo y ahora pertenecen a otro mundo similar al que llevaban. Hoy en día, los osarios que anteriormente eran hijos del Cementerio San Lorenzo, fueron adoptados por el Universal, osarios quizá abandonados, otro no tanto, pero igual siguen teniendo su esencia eterna que los caracterizó durante años.


Al iniciar una nueva vida, el cementerio los bautizó de nuevo, ahora son llamados e identificados por códigos, que garantizan su organización dentro de la nueva legitimidad.

Actualmente los únicos que visitan este cementerio son los arquitectos, obreros y vigilantes que diariamente trabajan en lo que era anteriormente un cementerio, ahora construyen una nueva identidad en la que las lágrimas cambian por sonrisas, los gritos de dolor en gritos de alegría, ya no se hacen visitas de malos recuerdos, sino que busca la construcción de nuevas y mejores experiencias.

Ya se fueron los muertos, ahora se instalan los vivos, para continuar una historia que comenzó al revés.


Parque Cementerio Campos de Paz

Reflejo perfecto de un descanso ideal

Un lugar donde la vida nunca muere, todo gira entorno a las ostentosidades, grandes construcciones arquitectónicas que demuestran la elegancia de una partida que no es propiamente una partida, es un paso a la tranquilidad donde nada perturba e incomoda, todo es descanso, comodidad y relajación.

La tranquilidad es reflejada en los verdes campos y en los prados que apaciguan un poco la situación que se vivencia, situación compleja de la cual este lugar se hace cargo, al poner el alma de los vivos en paz y armonía; y el cuerpo del que parte, en un lugar celestial.



El muerto es el protagonista pero el que realmente sufre es el vivo, por esta razón, el objetivo de esta gran “empresa” es satisfacer el ideal del rito fúnebre perfecto para quienes despiden a su ser querido. Todo está previamente calculado y diseñado, de tal modo que los colores, la inmensidad de los espacios y estructuras moldeen un paisaje adecuado, tanto para los muertos como para sus visitantes.

Aquí se ve como se realizan esfuerzos en conjunto por mantener un estado de ánimo acorde pero estable a la siatuación. Allí participan desde las secretarias hasta los sacerdotes, desde los decoradores hasta los encargados de la cremación y la velación, construyendo mediante su forma de vestir, actuar y hablar un servicio que se enfoca siempre en mitigar una tristeza latente en los que aún no les ha llegado la hora de partir.




Aunque la muerte recuerda que todos los seres humanos son iguales, el orgullo de los vivos lucha incansablemente por mantener vivo ese sentimiento de superioridad, el Parque Cementerio Campos de Paz en parte es un espejo de esto, ya que , en cada uno de sus rincones hay símbolos de majestuosidad como lo son: la Capilla Asunción, el Barquero, el Templo de las Cenizas, el Cristo y el Panteón Militar de la Cuarta Brigada.




La paz, la tranquilidad, el silencio y la calma hacen parte de los valores de un cementerio que alberga todo tipo de habitantes de una ciudad que vive ritos tan diferentes como su diversa cultura. En Campos de Paz se encuentra una posibilidad de obrar con parsimonia para quienes piensan que la muerte es sinónimo de serenidad.

Cementerio de El Poblado

En pleno corazón de una zona industrial

Parece que el desarrollo hubiera pasado desapercibido por el Barrio Manila. Cualquier persona común y corriente que transite por estas calles no se imaginaría que hay un lugar donde los muertos descansan.

En medio de un edificio de oficinas y ventas de carros de lujo, está el Cementerio de El Poblado, un lugar libre de bullicio, tranquilo, pacífico, agradable y poco visitado; adornado de hermosos y florecidos jardines que permiten ver la sencillez y la igualdad, entre cada una de sus lápidas; este sitio sobresale por su organización, dando la impresión de estar en un convento o una casa espiritual.



Como todo lugar, necesita un guardián, aquí va más allá de un perro o un celador; es la presencia de Dios que ubicado en la cima y el centro del cementerio le da protección divina a sus residentes y esperanza de un próximo y anhelado encuentro a los que van a visitarlos.

Llegar a este lugar escondido es muy fácil en comparación con otros cementerios, el recorrido es corto aunque con mucho significado. A pesar de su antigüedad muchas lápidas aún esperan ser usadas, y es así como este cementerio asegura al igual que sus habitantes la eternidad.

martes, 19 de mayo de 2009

Jardín Cementerio El Universal


Algún día nos tocará ser los anfitriones



Rodeado de ruido y contaminación el Jardín Cementerio Universal abre sus puertas para dejar atrás el bullicio y el día a día, allí no hay horas, el tiempo no pasa, ya que sus inquilinos están de vacaciones, unas vacaciones que sólo ellos conocen, pero que algunos seres queridos no logran aceptar. Ninguno espera la invitación a un baile, ni se preocupa por su traje, allí todos son iguales y es de costumbre recibir un nuevo huésped.

















Cualquier persona en vida desearía tener una casa de estas magnitudes donde la frescura producida por el viento, el silencio de los inquilinos y el cielo que varía según su estado de ánimo (puede ser azul celeste, nublado o en las noches lleno de estrellas, que acompañado de la luna alumbra la infinidad de sus senderos) son sus principales atractivos. La fuente a la entrada da la bienvenida, la sensación de estar en otro mundo, atrás queda el murmullo de la gente, los problemas, las traiciones, el placer, la intensidad y la pasión con que se vive la vida. Es un mundo de caminos infinitos, de amplios campos verdes, es como estar en un cuento de hadas en donde la única magia que hay se refleja en los árboles, en la inmensidad del cielo y en el viento que recorre cada uno de los rincones de este bosque.

Pueden ser las 10:00 A.M. las 2:00 P.M.o cualquier hora del día, de lunes a viernes, la soledad reina, los únicos invitados que atienden el llamado de esta casa son los pájaros, las moscas, los perros callejeros, que se meten por entre las rejas, el celador y las personas encargadas; a lo mejor esto ocurre porque algunos de los inquilinos no firman su reserva y por lo tanto nadie sabe que están allí hospedados, sin embargo queda una constancia de su presencia respaldada por un código, el cual los identificará en su anonimato. El resto de los inquilinos no son identificados sólo por un código, ya que sus familiares aún los recuerdan por sus nombres y apellidos, además acuden a la despedida con la vana ilusión de un futuro encuentro, y hacen un legado entre los que todavía no han partido para que cada que la nostalgia los invada y el recuerdo llene sus pensamientos, regresen a este lugar cumpliendo lo ya acordado.


Es ahí cuando llega el fin de semana, para muchos la calma a borrado el sentido del tiempo y hace que este día los tome por sorpresa, y ¡qué sorpresa! los pájaros, las moscas y los perros callejeros ya no son los únicos acompañantes en la casa vacacional, ahora quienes llegan son sus familiares y amigos, ellos rompen con la rutina y traen un poco de vida: el silbido de los pájaros es ahora un diálogo en el que una vez más los habitantes de esta necrópolis son los protagonistas; las moscas que rodeaban su "habitación" por el olor de las flores ya marchitas desaparecen por un nuevo perfume; ya la entrada se ve más concurrida, un desfile de personas rompe con el silencio que ha reinado en los últimos días.


El parque y la fuente se convierten en protagonistas por un momento, despertando los celos en los inquilinos que han esperado por mucho tiempo esta visita. Los niños corren al parque, y los adultos con sentimientos encontrados se dirigen a la "habitación" de su ser querido. En la despedida una que otra lágrima cae por las caras de los que aún sienten .El camino hacia la salida se hace más largo y doloroso, porque se llega con ansiedad y se sale con desolación.



El inmenso laberinto de cuadros blancos y negros simula un ajedrez, un juego que termina con el jaque mate, en el que cada cuadro es un osario , alrededor pequeños bloques de colores le dan calor a este frío juego en donde no importa quién gane o quién pierda, pues la recompensa será siempre la soledad, soledad que para algunos será su única compañía en sus vacaciones y para otros se verá interrumpida por los que aún los recuerdan, a pesar de esto, ellos tienen muy claro que ésta será su más fiel acompañante.


El cementerio tiene un corazón que palpita a diferencia de sus inquilinos, es un lugar espiritual que da la bienvenida tan sólo a los muertos. Para los que lloran es un Templete, para los que llegan es su punto de encuentro. Para los primeros estar ahí, les produce una sensación de simplicidad, de dolor, de agonía, de una despedida de esas que son para siempre. Para los segundos es el comienzo de un descanso eterno, anhelado por unos y temido por otros. El llanto, la desesperación, los gritos y la impotencia son el inicio de estas vacaciones.


Aunque los protagonistas de El Universal son los anfitriones, este lugar no sería nada sin la existencia de los que los recuerdan.